MITOS DE LA NUTRICIÓN: Hasta acá llegaron estas creencias

En el mundo de la nutrición circula una gran cantidad de información que puede resultar confusa, especialmente cuando intentamos mejorar nuestros hábitos alimenticios. Aunque muchas de estas ideas parecen lógicas o han sido repetidas durante años, no siempre están basadas en evidencia científica. Por lo tanto, es crucial saber distinguir entre los consejos nutricionales efectivos y los mitos que pueden obstaculizar nuestro bienestar. Vamos a desenmascarar tres de los mitos más comunes sobre la alimentación y proporcionar información para ayudarte a tomar decisiones informadas.



MITO 1: Todos los carbohidratos son malos, mejor eliminarlos de la dieta

Falso. En los últimos años, los carbohidratos han sido demonizados en diversas dietas populares, llevando a muchas personas a creer que deben eliminarlos por completo para perder peso o mejorar su salud. Sin embargo, no todos los carbohidratos son iguales, y eliminarlos de la dieta no es necesario ni beneficioso.
Los carbohidratos se dividen en simples y complejos. Los carbohidratos simples, como el azúcar de mesa, pueden contribuir al aumento de peso y otros problemas de salud cuando se consumen en exceso. Por su parte, los carbohidratos complejos, presentes en alimentos como granos enteros, legumbres, frutas y verduras, son una fuente esencial de energía y nutrientes. Además, estos alimentos también contienen fibra, que es crucial para la salud digestiva, el control del apetito y la regulación de la glucemia.
Eliminar completamente los carbohidratos puede provocar deficiencias nutricionales y una disminución de la energía. En lugar de evitarlos, es importante centrarse en consumir carbohidratos que sean complejos y en las cantidades adecuadas para mantener una dieta equilibrada.


MITO 2: Los productos "light" siempre son más saludables

Falso. El término "light" suele hacernos pensar automáticamente que un producto es más saludable. Sin embargo, muchos alimentos etiquetados como "light" tienen menos de una "cosa" pero están cargados de "otra cosa" para compensar el sabor, la consistencia o la textura, características que son importantes para lograr propiedades organolépticas aceptables. Es decir, puede ser un producto bajo en grasa, pero con alto contenido de azúcares, o de sodio, por ejemplo. 
Entonces, aquí resulta importante leer las etiquetas de los productos y ser consciente de lo que realmente contienen, ya que "light" no siempre significa "mejor". Lo ideal es comparar la versión clásica o tradicional con la light y evaluar su composición.


MITO 3: Comer de noche engorda

Falso. La realidad es que el cuerpo no distingue las calorías según la hora en que se consume, sino que lo importante es la cantidad total de calorías ingeridas a lo largo del día y su relación con las calorías que se queman, es decir con la actividad realizada. 
Comer una comida equilibrada por la noche no tendrá un efecto negativo en el peso si el total de calorías consumidas está en línea con las propias necesidades energéticas. Por lo tanto, el problema no es el momento, sino cuánto. También es importante considerar la calidad de los alimentos. Comer una cena rica en proteínas, verduras y grasas saludables es muy diferente a consumir alimentos ultraprocesados o altos en azúcares justo antes de acostarse. Los primeros proporcionan nutrientes esenciales y dan saciedad, mientras que los segundos pueden provocar picos de azúcar en sangre, seguido por caídas que pueden aumentar la sensación de hambre llevando a un exceso de consumo calórico. 


MITO 4: Las grasas son siempre malas para la salud

Falso. Durante muchos años, se ha promovido la idea de que todas las grasas son perjudiciales y deben evitarse para mantener una buena salud y un peso adecuado. Sin embargo, no todas las grasas son iguales, y algunas son esenciales para el buen funcionamiento del cuerpo.
Las grasas saludables, como las que se encuentran en la palta, los frutos secos, el aceite de oliva y los pescados grasos (como el salmón), son cruciales para diversas funciones corporales. Estos incluyen la absorción de vitaminas liposolubles (vitaminas A, D, E, y K), la producción de hormonas y el mantenimiento de la salud cerebral. Además, las grasas saludables pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Por otro lado, las grasas saturadas (presentes en carnes rojas y productos lácteos enteros) así como las grasas trans (presentes en alimentos procesados ​​y fritos) pueden contribuir a problemas de salud cuando se consumen en exceso. 
La clave está en limitar estas grasas poco saludables y asegurarse de incluir en nuestra dieta suficientes grasas con beneficios demostrados para la salud.


SUPERANDO MITOS: Hacia una alimentación consciente

Desenmascarar los mitos sobre la alimentación es esencial para construir una base sólida de conocimientos que nos permita tomar decisiones informadas y efectivas en nuestra vida diaria. A menudo, estos mitos se perpetúan porque son fáciles de creer o están arraigados en la cultura popular, pero es fundamental cuestionarlos y buscar información basada en la ciencia. 
La alimentación es un pilar crucial del bienestar, y nuestras elecciones diarias tienen un impacto directo en nuestra salud a largo plazo. Al comprender la verdad detrás de estos mitos, podemos dejar de lado las prácticas erróneas y enfocarnos en lo que realmente importa: una dieta equilibrada, rica en nutrientes y adaptada a nuestras necesidades individuales. La nutrición no debería basarse en la eliminación de grupos enteros de alimentos ni en restricciones extremas, sino en un equilibrio que nos permita disfrutar de una alimentación placentera y nutritiva.
Claro está que no existe una solución única que funcione para todos cuando se trata de alimentación. La clave está en escuchar a nuestro cuerpo, estar abiertos a aprender y adaptar nuestros hábitos conforme obtenemos más conocimiento.

Más allá de los mitos: Guía personalizada para una alimentación saludable

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La información nutricional puede ser abrumadora y confusa, especialmente con tantos mitos y desinformación circulando por ahí. Si te has dado cuenta de que algunos de estos mitos han influido en tu alimentación o si sientes que podrías estar haciendo cambios que no benefician realmente tu salud, estoy aquí para ayudarte. Como nutricionista, mi objetivo es brindarte un enfoque personalizado y basado en la ciencia, adaptado específicamente a tus necesidades, objetivos y estilo de vida.

Cada persona es única, y lo que funciona para uno puede no ser adecuado para otro. Por eso es tan importante contar con una guía profesional que te oriente en el camino hacia una alimentación saludable y equilibrada. Durante la consulta, analizaremos tu situación actual, identificaremos posibles áreas de mejora y diseñaremos un plan nutricional que sea sostenible, placentero y efectivo a largo plazo.

No permitas que los mitos y la desinformación te alejen de una salud óptima. Te invito a dar el primer paso hacia una mejor alimentación y bienestar agendando una consulta.


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